
En esto del naming hay dos opciones: dejárselo a la suerte o planificar una buena estrategía para encontrar el nombre indicado para una marca. En Aranda somos más de la segunda. Creemos que hay elementos clave que deben considerarse al elegir un nombre.
Aunque no exista una fórmula secreta para acertar, sabemos que existen ingredientes que sí o sí ayudan. Criterios muy importantes para saber si la propuesta que estás trabajando va en la buena dirección.
En este artículo te explicamos qué no puede faltar en una buena estrategia de naming. Son conclusiones tras años de experiencia en el mundo del branding y que, si lo necesitas, podemos poner en práctica juntos.
La memorabilidad
El primer elemento a tener en cuenta es que el nombre de una marca sea memorable. Que sea lo suficientemente fácil de recordar para que, ante la mínima posibilidad, sea el primer nombre en venir a la mente de un consumidor.
En un entorno tan competitivo las marcas luchan constantemente por estar en el podio. Pero no solo de las ventas, también en el de las asociaciones de sus potenciales clientes. Una batalla que se gana a través de conexiones neuronales.
La disponibilidad mental de una marca es una de las claves más importantes para su éxito. Ser la opción preferida (e inconsciente) a la hora de elegir. Y en eso, el nombre juega un rol crítico.
Es como cuando mandas a alguien al súper y te llama porque no sabe qué marca de pasta comprar. Tu mente actúa rápido. No tiene tiempo que perder. Respondes en un segundo. La marca que conecta contigo en ese tiempo, ha ganado la batalla.
La relevancia
De poco o nada sirve que el nombre de una marca sea memorable, si la persona que lo recuerda no es la indicada. Y ahí es donde entra en juego la relevancia. La potencial conexión con los consumidores indicados.
Antes de decantarse por un nombre, siempre es indispensable revisar qué vocabulario, imaginario y códigos comparte nuestro público objetivo. A eso le puedes sumar, un buen benchmark de nombres de otros competidores o marcas relevantes en el segmento.
El ejemplo más claro: los niños. Seguramente habrás pensado alguna vez que los juguetes y productos enfocados a niños tienen nombres… ¿raros? Bueno. Seguramente para alguien que lleva décadas sin jugar con muñecas, sí. Pero ellos están encantados.
Que sea corto y simple
Al grano. Que hay muchas marcas en el mercado y nuestros clientes no pueden perder el tiempo pronunciando el nombre de tu marca. Es así de simple. Hay que evitarles las complicaciones.
De hecho, los seres humanos tenemos una capacidad de atención menor a la de una carpa. Y eso significa una cosa: cuanto más complicado sea el nombre de tu marca y más veces lo tengas que repetir para que se entienda, las posibilidades de que triunfe son más bajas.
Este fenómeno ha llevado a marcas tan reconocidas como Dunkin’ Donuts a cambiar su nombre. Ahora es simplemente Dunkin’. 2 sílabas menos. Menos tiempo para procesarlo. Éxito asegurado.
Que sea adaptable
Una estrategia de naming va mucho más allá del mero nombre de tu empresa. Es el elemento más importante. Pero existen otras variables a tener en cuenta.
A la hora de definir un nombre es indispensable pensar en la arquitectura de la marca. La ramificación de los servicios, productos, departamentos o incluso mercados puede suponer un reto muy importante. Y un nombre rígido no ayuda en absoluto.
Que se lo digan a McDonald’s. Con su departamento de innovación sacando nuevos productos prácticamente cada mes, su nombre se convirtió en una oportunidad. Y es que no hay palabra a la que no se le pueda poner un Mc por delante.
Si el nombre de la marca no es adaptable, la cosa se complica. Al diversificar productos, no es fácil encontrar un elemento en común. Y ante una posible fusión, toca crear algo a lo Frankenstein (véase: Aeropuerto-Josep Tarradellas-Barcelona-El Prat).
Disponibilidad del dominio
Toca hacer un check importante antes de seguir.
En Aranda nos ha pasado muchas veces eso de: encontrar el nombre indicado para una marca, estar a un paso de compartirlo con el cliente y (¡sorpresa!) que alguien se dé cuenta de que el dominio no está disponible.
Nos pasa a todos. Pero es un filtro indispensable a la hora de decantarse por un nombre u otro. Eso y comprobar que no esté registrado por alguna que otra marca (aunque no lo utilicen).
No hace falta que mencionemos los riesgos de no hacerlo. Pero en resumen: las penas por plagio de una marca registrada son de hasta 4 años de prisión.
La adaptabilidad a diferentes idiomas y culturas
Los nombres de las marcas tienen algo más complicado que nosotros el cruzar una frontera. Sobre todo si al cruzar esa frontera se cruza una barrera lingüística o cultural.
Hoy en día, hasta las marcas más locales nacen con cierta proyección internacional. Ya sea para vender por Internet, recibir visitas extranjeras o ganar visibilidad. La globalización no perdona.
Independientemente de su idioma nativo, el nombre de una marca debe tener capacidad de adaptarse. No basta con sonar bien en un idioma o ser relevante en un contexto cultural. Hay que considerar todas las opciones.
Todos conocemos el caso del Mitsubishi Pajero (Montero en España). Pero estos problemas están a la orden del día. Glovo fuera de España no se asocia con un globo. Y en países como Georgia, se asocia directamente con el luto (Glova).
La checklist definitiva para el nombre de una marca
Si encontrar el nombre indicado para una marca fuera tan fácil como parece, probablemente no estaríamos escribiendo este artículo desde Aranda. Ni dedicando horas y horas de trabajo a proyectos de naming.
Una cosa está clara: encontrar un buen nombre no es cuestión de suerte. Implica tiempo, análisis y seguir al pie de la letra la checklist de elementos que hemos mencionado. Si cumple todos los criterios, lo demás viene solo.
Naming, renaming o lo que necesites. Escríbenos si quieres que pongamos esta checklist en marcha con tu marca.